Reflexión de Semana Santa
Como cristianos esta es la semana más importante, en la cuál radica toda nuestra fe, todo el misterio de salvación. La Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Redentor. Es por ello que nos preparamos cuarenta días para poder vivir este misterio con un corazón contrito, experimentando su misericordia.
En estas fiestas nos disponemos a contemplar la entrega generosa de Nuestro Señor por Amor; porque tanto ha llegado a amar Dios al hombre, que fue capaz de entregar a su propio Hijo para la redención humana, a una muerte ignominiosa en la Cruz por nuestra salvación, por la liberación del pecado, para restablecer la alianza con su pueblo.
Es en este designio de salvación que debemos fijar la mirada. Sin dejar de lado la resurrección, porque es este hecho sorprendente que permitió que los discípulos pudieran anunciar lo vivido junto a Él, su vida terrena y la cruz.
Mirar la cruz significa mirar la gloria de Dios, mirar el acontecimiento sublime de donación. De esa magnánima ofrenda por obediencia al Padre, de obedecer por amor, porque Dios es Amor.
Debemos reflexionar en semana santa si realmente este Señor de la historia, de la vida y de la paz, ha entrado en nosotros, como lo hizo al entrar en Jerusalén; si soy capaz de llevar la cruz, como Él la llevo por mí y mis pecados hacia el calvario. Si soy capaz de morir en la cruz como el murió por mí, entregándome al servicio de mi prójimo; y si dejo que el resucite realmente en mi vida.
Que sea realmente Él quien gobierne mi corazón y de esa forma sea capaz de anunciarlo con mi vida. Siendo testigo y testimonio de su paso en mi existencia.
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