miércoles, 19 de marzo de 2008

Semana Santa


Jueves Santo

Es un día particularmente especial ya que, además de culminar la Cuaresma, nos introducimos en los tres días más importantes del año litúrgico, en lo que llamamos el Triduo Pascual.

Por la mañana del Jueves, todos los sacerdotes, se reúnen en la Iglesia Catedral para celebrar la Misa Crismal. En esa ocasión, con la presencia del Obispo del lugar, y rodeados de fieles, renuevan sus promesas sacerdotales, dando un claro sentido de unión eclesial en torno al Obispo. No olvidemos que este día se recuerda la institución del sacerdocio.

En esa misma celebración se bendicen los santos óleos con los que serán ungidos los niños que recibirán su bautismo, los enfermos y quienes celebren el sacramento de la Confirmación durante el año.

Por la noche, se celebra la Eucaristía que viene a evocar la Ultima Cena en la cual Jesucristo, en medio de la comida Pascual, ofreció a Dios Padre su Cuerpo y su Sangre bajo las especies del pan y el vino. Al mismo tiempo, Jesús se muestra servidor de los hombres a través del hermoso signo del lavado de los pies. Un signo profundo y sencillo que, hoy, me parece conveniente mantener como una actitud de servicio y entrega a los demás. En esta línea, también se destacan otros gestos importantes como la presentación de los dones, la ayuda fraterna, el gesto de paz, la solidaridad con los más pobres, etc.

Finalmente, el Jueves Santo por la noche se realiza una vigilia de oración en torno a la reserva de la Eucaristía. Aquí, ante el Señor presente en el Pan consagrado, el silencio y la meditación adquieren gran importancia tanto en lo personal como en lo comunitario.

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